miércoles, 14 de julio de 2010

La historia se escribe con ñ

Con ñ de sueño cumplido, con ñ de España se escribe una nueva página en la historia de nuestro deporte y de nuestro país. Eran muchas las razones por las que este equipo tenía que ganar el Campeonato Mundial de Sudáfrica y, muchas más, por las que lo merecía.

La derrota en el primer partido ante Suiza demostró que hay que tener los pies en la tierra, que hay que aprender a levantarse después de un golpe y seguir luchando por aquello que se quiere. Siempre es mejor perder el primer partido y no el último, por ello, los chicos de la roja se esforzaron y dieron todo en el campo para conseguir pasar como primeros de grupo a octavos de final evitando a la podopoderosa Brasil.
Así llegaron los octavos y Portugal sufrió contra una furia española imparable. Ganar este partido nos hizo soñar a todos con que ser campeones era posible. Después Paraguay esperaba en los cuartos, además de una cita con la maldición que pesaba desde hacía mucho tiempo. Y por fin, la semifinal, donde otra grande, Alemania nos asustó al principio, aunque el equipo unido despertó su mejor saber hacer y disfrutamos con un estupendo partido de fútbol que no pudo terminar de otra manera, un gol que nos metía de lleno en la final.
Holanda y España, una de las dos se convertiría por primera vez en campeona del mundo después del último partido. Un partido nada digno de una final de un mundial, donde Holanda sólo supo parar el juego de los nuestros con dureza, tanta, que en algunos momentos parecía karate y no fútbol, y donde el árbitro inglés permitió demasiado. Cuando la prórroga llegaba casi a su final y la lotería de los penaltis parecía inevitable... llegó el gol, ¡el gol que nos hacía campeones del mundo!

El fútbol no suele ser justo, pero esta vez sí se hizo justicia y ganó el equipo que mereció la victoria desde el principio. Un equipo grande en lo deportivo y en lo personal, que ha hecho soñar, vibrar, sufrir y finalmente explotar de alegría a un país entero.
¡Enhorabuena campeones!


Aún después de la resaca de esta gran celebración se hablará durante tiempo del triunfo conseguido finalmente que hace olvidar tantas decepciones anteriores. Lo que nunca podremos borrar de nuestras retinas será cómo vivimos esa tarde de julio y cómo celebramos ese gol que nos llevaba a lo más alto, que convertía a España en campeona del mundo.

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